Antes de nada, nos gustaría conocer cómo empezásteis esta aventura y qué fue lo que os llevó a pensar en este arte hecho totalmente a mano.
Deliving no fue algo pensado, es decir, que simplemente llegó un día en el que decidimos poner un nombre a lo que ya hacíamos. Tanto José como yo no hemos dejado nunca de lado el trabajo manual. José estudió Bellas Artes, se especializó en diseño de producto y siempre ha tenido facilidad para los trabajos manuales y artísticos. En mi caso, mi padre es creativo publicitario, así que en casa siempre había cartulinas, rotuladores o pinceles. Y yo me he dedicado también a esta profesión y siempre he tenido hobbies artísticos, como la fotografía, la encuadernación y la cerámica.
Cuando José y yo nos conocimos empezamos a compartir nuestras inquietudes artísticas, se sumaron el diseño y el “hecho a mano”. No hubo algo que nos hiciera llegar hasta los productos hechos a mano, sino que dimos nombre a nuestras ideas y nos pusimos a hacerlas.
Dentro de los múltiples productos que creáis, ¿podríais describirnos el proceso de producción de uno de ellos?
Pues por ejemplo, las fuentes redondas, como la que hicimos el día que estuvisteis en el taller, está realizada con la técnica de planchas.
Primero, se amasa a mano el barro, unas cuantas veces, para quitarle las burbujas de aire que podrían hacer explotar la pieza al ser cocida en el horno.
Después, se va pasando el barro por la laminadora hasta conseguir una plancha que cortaremos en círculo y que marcaremos con el motivo que queramos. En este caso fue un árbol. Colocamos la plancha circular en el molde para dar la forma a la fuente.
Enjabonamos el molde para que el barro no se pegue durante el secado, cuando el barro encoja. Una vez seco, se cuece la pieza en «bizcocho» a unos 1.000ºC en horno de gas, para que el barro pierda agua y cierre el poro, aunque no totalmente. Una cocción de bizcocho tarda unas 6 horas en llegar a su temperatura, y luego hay que esperar a que baje la temperatura a unos 200ºC hasta que podamos abrir el horno.
Después de esto, esmaltamos por dentro la fuente, en este caso con un esmalte blanco brillo no comercial. Es decir, que nosotros mismos hacemos la receta mezclando ingredientes como cuarzo o arcilla inglesa.
Y por último, volvemos a cocer la fuente, esta vez a 1.250ºC en horno de gas, para que vitrifique totalmente y el esmalte se desarrolle correctamente. A nosotros nos gusta trabajar con horno de gas. El fuego es un elemento vivo que hace que cada pieza sea distinta aun trabajando el mismo acabado, según si estaba cerca del quemador, arriba o abajo del horno, si hubo reducción de oxígeno o distintos factores del fuego.