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Crianza, Número cinco

Maternidad
libre de juicios

Porque somos mujeres reales

TEXTO
ELENA MAYORGA

FOTOGRAFÍA
REBECA L NOVAL

Todas las personas somos fruto de nuestra historia personal, de los sucesos de nuestra niñez, del tipo de crianza y educación que recibimos y de las circunstancias y vivencias que hemos tenido que afrontar a lo largo de nuestras vidas. También, parte importante de nosotras mismas, de nuestro sistema moral, de ideales y valores, nos ha sido transmitido, desde nuestra más tierna infancia, por la cultura, los ritos, usos y costumbres de nuestra sociedad.

Vivimos en una sociedad heredera de culturas patriarcales milenarias. Desde que llegamos al mundo, nos cantaron nanas, nos contaron cuentos, vimos películas, anuncios, leímos novelas, aprendimos dogmas, doctrinas e ideas derivadas de un sistema económico y de valores en el que la jerarquía, el miedo, la desigualdad y la competitividad (entre otras cosas) forman parte fundamental de su base.

Desde nuestra niñez, hombres y mujeres, hemos asimilado como normales y válidos estereotipos y mitos forjados a través de milenios, con el objetivo oculto de dominar, manipular y someternos a todas y a todos al sistema socioeconómico patriarcal.

A pesar de los cientos de años transcurridos desde que estos mitos comenzaron a pasar de boca en boca, muchos de ellos aún son difundidos (cada vez a través de más medios), siguen siendo absorbidos como reales y permanecen activos en nuestra moderna sociedad del siglo XXI. Por lo tanto, no es extraño encontrar películas, canciones, vídeos de internet, consejos, periódicos, novelas, expertos o programas de radio que toman como verdad y transmiten falsos mitos como el de que las mujeres somos “malas” las unas con las otras o que existen buenas y/o malas madres.

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«No es más que una construcción cultural que nos fue inculcada desde pequeñas a través de una constante inmersión en los mitos patriarcales».

En realidad, todo este afán de competir, medirse, juzgar, pelear o reñir entre mujeres no es más que una construcción cultural que nos fue inculcada desde pequeñas a través de una constante inmersión en los mitos patriarcales. Si sólo nos cuentan cuentos sobre malvadas/bondadosas mujeres, si nos cantan nanas de brujas raptoras o hadas generosas, si vemos películas en las que las niñas siempre se dividen en grupitos de malas o buenas, si las canciones nos hablan de celos, engaños o peleas, acabamos asimilando que las mujeres y las niñas, sólo se dividen en dos categorías enfrentadas entre ellas: las buenas y las malas.

Como ya comenté más arriba, la cultura, los usos, las costumbres, los ritos son herramientas de propaganda, manipulación y sumisión terriblemente eficaces.

Podemos rastrear el mito de las buenas/malas mujeres o buenas/malas madres como mínimo desde la Antigua Grecia, momento histórico en el que los dioses masculinos son situados jerárquicamente, con la figura de Zeus al frente, por encima de las diosas femeninas. En aquella época, en la que el Patriarcado se impuso como modelo único socio-económico, las mujeres perdieron su libertad, su poder económico, su papel político y cultural y toda la relevancia que habían tenido durante milenios. En aquella sociedad misógina griega, las mujeres fueron encerradas en sus casas, no teniendo ni tan siquiera (las mujeres de clase alta) la opción de cuidar a sus hijos, que les eran arrebatados tras su nacimiento para ser criados por esclavas.

«El Patriarcado se impuso como modelo único socio-económico, las mujeres perdieron su libertad, su poder económico, su papel político y cultural y toda la relevancia que habían tenido durante milenios».

¿Cómo podía justificarse socialmente la reclusión de las mujeres, antaño poseedoras de poder económico, político, social y religioso? Como hemos visto, a través de la cultura, de los usos, de los ritos, de la violencia, de las costumbres y de los mitos que pasaron a mostrar a las diosas (símbolo de las mujeres) como orgullosas, competitivas, celosas, apasionadas, inconscientes, peligrosas… En resumen, como mujeres y madres poco fiables que tenían, para no dañarse a ellas mismas o entre ellas, que ser dirigidas, controladas y transformadas por un poder superior, el masculino. Un poder que incluso, al igual que las diosas, podía parir (recordemos que Zeus “parió” a la diosa virgen, a Palas Atenea).

A lo largo de la historia, desde la Antigua Grecia hasta nuestros días, esta guerra impuesta entre la mujer/madre “buena” (la estable, dócil, sumisa, que sigue las normas) y la mujer/madre “mala” (rebelde, insumisa, desafiante) ha seguido siendo difundida por la cultura patriarcal a través de la mayoría de sus escritores, maestros, científicos, teólogos, filósofos, artistas… más relevantes. Incluso hoy en día, siguen siendo divulgados constantemente estos falsos mitos. Tan sólo tenemos que echar un vistazo a toda la información que nos rodea para ver cómo los enfrentamientos entre madre/mujeres siguen siendo alentados y jaleados desde los medios: teta/biberón, parto en hospital/casa, crianza de un tipo u otro, trabajadora fuera o en el hogar, joven/mayor, lista/guapa, autosuficiente/mantenida y un largo etcétera de “peleas” que a diario podemos ver o leer por todas partes.

Ha llegado la hora de superar estos falsos y dañinos mitos impuestos por una cultura reduccionista que nos debilita manipulándonos y enfrentándonos entre nosotras. Ha llegado la hora de cambiar guerra por cooperación, crítica por comprensión, juicio por respeto. Ni las mujeres somos buenas o malas, ni somos todas iguales, ni tenemos que vivir o criar a nuestros hijos de la misma forma.

La maternidad no es una sola, cada madre desarrolla la suya propia y todas son respetables ¿quienes somos nosotras para juzgar a las demás? No somos diosas griegas, sino mujeres reales, madres, cuyo principal objetivo es la búsqueda del bienestar de nuestros hijos, de nuestra familia y por supuesto, de nosotras mismas. Cada una de nosotras, buscará ese bienestar en base a nuestras ideas, nuestros conocimientos y nuestras propias experiencias ¿por qué han de ser mejores o peores unas u otras? Simplemente, serán diferentes, ni buenas, ni malas.

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Sobre Elena

Mujer, madre, codirectora y coeditora de la Revista Online de Psicología y Crianza “Mente Libre”. Escritora, Pensadora y Divulgadora. Licenciada Historia y Geografía, especialidad Historia del Arte.

Escribo principalmente sobre Crianza, educación, Procesos Emocionales de la infancia y de la edad adulta, Maternidad y Autoconocimiento. Autora de literatura infantil. Bloguera.