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Educación, Número cinco

Pickler vs Waldorf

Porque las necesidades del niño son las mismas aunque el tiempo pase

TEXTO
CELIA G PUCHE

FOTOGRAFÍA
REBECA LÓPEZ

Hay una cita de Kennedy que dice “Los niños son el recurso más importante del mundo”, y no le falta razón. La educación es y siempre ha sido uno de los grandes pilares de todos los tiempos, una de las bases fundamentales que han definido las diferentes sociedades, tribus o civilizaciones a través de la historia.

En los últimos años, venimos viendo cómo nuestro sistema educativo, pasito a pasito, está evolucionando. Pequeños cambios desde dentro, con profesores involucrados, familias que desean un cambio y una demanda de propuestas alternativas cada vez mayor.

En Kiva magazine nos interesan esas pedagogías alternativas que pensamos nuevas y sin embargo llevan años asentadas y siguen siendo actuales, puesto que el motor que las mueve es “el niño” y su esencia. Eso es lo que en el fondo, no ha cambiado. En este caso, hemos querido acercarnos un poco más al mundo Pickler y al universo Waldorf para conocer cómo funcionan estas dos pedagogías tan diferentes pero al mismo tiempo con muchos puntos en común.

Para ello, hemos querido contar con la experiencia de dos maestras que nos cuentan los entresijos de estas dos pedagogías que, al igual que Montessori (de la que ya os hablamos en el número pasado), también son sensoriales.

Kiva magazine

«Los niños son el recurso más importante del mundo».

Pedagogía Waldorf

Seguro que este nombre os suena. Es una de las pedagogías de las que más se escucha hablar estos años y del que Carolina Rodríguez nos habla en este número.

Los primeros años de vida son de suma importancia para el equilibrio emocional y físico en la edad adulta. Y para que en estos primeros años se lleve todo de la mejor manera hay que tener muy en cuenta el trabajo con los sentidos primarios, son la base para el sano desarrollo en el niño pequeño. Estos sentidos son el tacto, equilibrio , movimiento y sentido vital. Como adultos tenemos que crear un ambiente donde se cuiden estos sentidos.

El ambiente que rodea al niño ha de ser acogedor si un exceso de estímulos, como los que encontramos constantemente en todo lo que se refiere al mundo infantil. Tenemos que crear espacios con colores cálidos y materiales naturales que al niño le aportan información de lo que realmente le rodea, materiales de verdad, trozos de madera de verdad con los que poder hacer construcciones, un material que huele y sabe a madera, o una lana de verdad, que al poco tiempo de tenerla en las manos ya está aportando la información de la temperatura con su aporte de calor y al tocarla huele a oveja, el olor que podemos percibir al pasear por el campo, un sentir verdadero que enriquece el tacto y da información del mundo.

En cambio, lo que mayormente se encuentran es un trozo de plástico que imita a la madera que no tiene peso, olor o sabor a madera: una auténtica mentira, a nadie le gusta que le den gato por liebre ¿no? Pues señores al niño tampoco. Hay que respetar los procesos evolutivos del niño, necesitan ir descubriendo su cuerpo y conquistarlo poco a poco. Necesitan tiempo suficiente y una intervención adulta justa, que no entorpezcan su proceso y que den espacio y confianza al desarrollo que se crea de una forma natural, creando en él la constante motivación de seguir avanzando hacia objetivos nuevos, forjándose en su interior un verdadero pilar de autoestima, confianza y autonomía. Esto produce un equilibrio interior que en un futuro se desarrollará en capacidades y habilidades sociales. Adquirir un ritmo sano, como una buena respiración, momentos de estar hacia fuera y momentos de entrar en uno mismo, como por ejemplo, un momento de cuento en el que se llenan de imágenes internas. El niño ha de sentirse a gusto con todo lo que le rodea, todo el es un órgano sensorial donde se instalan todo tipo de sensaciones que recibe del exterior sin ningún tipo de filtro, puede recibir en su cuerpo la idea de que “el mundo es bueno” o por el contrario notar “un mundo hostil”, esto se reduce en un futuro en adultos confiados para aportar su creatividad al mundo o personas que el miedo, la duda y demás emociones de baja vibración, les impide adentrarse en la sociedad siendo seres totalmente dependientes sin saber quienes son y qué pueden aportar. ambientes que aporten calidez y confianza al niño para que pueda realizar la gran tarea de conquistar y ser consciente de su cuerpo para luego lanzarse a descubrir el mundo que lo rodea.

Igualmente los adultos que acompañan en esta etapa, han de ser dignos de imitar, y con una verdadera presencia que derrochen confianza para que todo el proceso evolutivo se desarrolle de forma natural. hay un trabajo profundo ,consciente, del adulto que está delante de tan delicada etapa humana, porque raramente puedes llegar a observar y entregar lo que un niño necesita en esta etapa, sino podemos observarnos y darnos lo que nosotros como adultos necesitamos.

Todo este trabajo con los sentidos tanto fuera como dentro, es una labor que el maestro Waldorf y los colegios de esta pedagogía llevan muy conscientemente. En los espacios , en los materiales en el trato con el niño y en el trabajo interior como seres humanos conscientes y responsables de lo que tenemos en nuestras manos. Es una verdadera bendición poder estar en el papel de acompañar como padres o educadores en estas etapas y momentos, si sabemos observar, podremos desaprender y sumergirnos en la verdadera enseñanza que nos dan los niños, para volver a bucear en un mundo lleno de belleza y paz interna, donde todo vuelve a florecer como el primer día ante nuestros ojos, sentir admiración por la creación que nos ofrece la vida y entrar en el orden de la gratitud por vivir en la alegría.

Pedagogía Pickler

Quizás no tanto como Waldorf, pero cada vez se escucha más hablar de Pickler. Patricia de la Torre, madre, educadora y maestra de educación infantil, nos habla de esta pedagogía.

“Dos ojitos para mirar alrededor,
dos orejitas para descubrir los sonidos,
una naricita para oler lo dulce,
una boquita a la que le gusta comer”
(Rima tradicional)

¿Qué opinas de la crianza sensorial?

En la primera infancia el niño aprende a través de un constante y rico diálogo con su cuerpo, se lanza con infinito entusiasmo a una exploración activa mediante sus sentidos. El bebé necesita explorar y experimentar con el tacto-movimiento, el oído, el olfato, la vista, el gusto, para desenmarañar la lógica interna de las pequeñas grandes cosas de lo cotidiano y así poco a poco ir elaborando sus propias respuestas a esos múltiples interrogantes ¡tan certeros! que le surgen durante su jugar y jugar. El mundo alrededor es todo un desafío para el bebé, para comprenderlo y crear un sentimiento de coherencia como ser que es y está y puede intervenir en la realidad del día a día para transformarla necesita vivencias corporales ricas a través de sus sentidos.

A menudo observamos que los niños tocan todo con sus manos, lo necesitan para extraer toda la información posible que les permita extraer sus propias conclusiones y aprender. Al hilo de estas líneas rescato una cita de María Montessori “La mano es el instrumento de la mente” y que enlaza con unas palabras de Matti Bergstrom que siempre me acompaña en mis bitácoras “El cerebro descubre lo que las manos exploran”. Los niños tienen una innata curiosidad natural que si es respetada y alimentada se transformará en auténtica pasión por aprender a lo largo de toda la vida.

Como madres, padres, educadores,…, hemos de acoger con alegría su juego y sus descubrimientos; permitirles que se tomen su tiempo, sin prisas, para que exploren deteniéndose en esos pequeños detalles presentes en ese mundo lleno de sensaciones y tan significativos para ellos. Tiempo para escarbar con emoción en un tiesto lleno de tierra y guijarros y mirar con admiración esas pequeñas hormigas que van de aquí para allá, tiempo para detenerse a ver en qué rama del árbol está ese pajarillo nos da los buenos días con su alegre trinar, tiempo para oler esa naranja que ya se ha caído del frutal. Tiempo para sentir la vida. Cada día es una oportunidad abierta a la sorpresa.

¿De qué manera Pikler tiene en cuenta los sentidos?

La mirada Pikler es un auténtico canto a los sentidos. Cuando el bebé juega libremente se despliega la sensorialidad impresa en cada uno de sus cada vez más afinados movimientos. Pero para esto ocurra el bebé necesita cuidados corporales de calidad ricos en interacción comunicativa que le transmitan nutrición afectiva a través del tacto. Una mirada llena de ternura, una voz candente, nuestras manos cálidas satisfacen las necesidades humanas del bebé de sentirse seguro, contenido, querido en nuestro regazo; lo que es necesario para un vínculo sólido que posibilite el desarrollo de un apego seguro. Es en la piel en donde se gesta y se mueve el mundo emocional, nuestro tacto cálido le hace sentirse valorado como ser único y capaz de ir construyendo su propio proyecto vital, afrontando con creatividad las situaciones del día a día.

Un bebé que se siente escuchado y aceptado incondicionalmente crece sano, feliz, con confianza en sí mismo y en sus posibilidades, lanzándose a la aventura de investigar activamente aquello que le rodea.

¿Qué materiales o recursos se utilizan?

En el hogar o en la escuela infantil hemos de facilitar entornos de exploración y aprendizaje que supongan un despertar de los sentidos y sean retos de creciente complejidad en la conquista de su autonomía. Transformar estos contextos cotidianos en lugares con encanto para el niño requiere observar con detenimiento al niño y preguntarse “¿Qué sabe hacer ya por sí mismo?” “¿Qué es lo que le interesa?” para disponer espacios seguros y casi despejados que brinden auténticas posibilidades de un juego libre, sencillo en apariencia pero complejo y enriquecedor para el niño, que despliega una y otra vez todas sus inteligencias. Espacios con materiales naturales y de la vida cotidiana, que nutren el mundo sensorial del niño, alimentan su infatigable curiosidad y refuerzan sus facultades sensoriomotoras; de esos que todos tenemos por casa, versátiles, ricos en matices y texturas, (telas, esponjas naturales, tubos de papel de cocina, fruta, tapas de botes, cestas,…, arena, agua, barro,) y que ofrecen al niño mil y un oportunidades de experimentación viva y… ¡de sorprenderse!, al descubrir las cualidades de esos objetos. El tener en cuenta unas sabias palabras de Steiner “Dedos ágiles, mentes ágiles” nos da la pista a la hora de elegir materiales y juguetes para nuestros tesoros.

De modo que ahora ya conocemos un poquito más de Pickler y Waldorf. ¿Con cuál te quedas?

Kiva magazine

extras

Sobre Carolina
Waldorf

Carolina Rodríguez, maestra waldorf de infantil. Desde que fue madre, hace ya 12 años, al descubrir ese amor, desarrolló una observación a la infancia y quiso estar allí, como madre, para ofrecer lo necesario y acompañar de forma respetuosa. Desde entonces comenzó su formación. Actualmente tiene un proyecto propio en Toledo (El Jardín de la Alegría) y colabora también con la Escuela Babytribu.

Sobre Patricia
Pickler

Patricia de la Torre. Madre, educadora y maestra de educación infantil, especialista en psicomotricidad y masaje infantil. Entusiasta aprendiz de investigadora de pedagogías activas y de la mirada Pickler. Colaboradora en la Escuela Babytribu.