Complacer con placer
Por último, y teniendo en cuenta todo lo que os he contado hasta ahora, y con el objetivo de pasar una velada inolvidable llena de diversión, hay un aspecto muy importante que tendremos en cuenta, uno no puede complacer si no es «con placer».
Así que, antes de contestar a la pregunta que te hace tu hijo: mamá, ¿pueden quedarse los amigos esta noche en casa?
Reflexiona: ¿Cómo te sientes?
¿De verdad estás de humor para atender los deseos de los demás?
¿Qué tal ha sido tu día?
Lo más importante, y lo que muchas veces se nos olvida, debemos ser honestos con nosotros mismos. No podemos agradar a todos los seres amados.
Quizás no nos apetezca montar una fiesta de pijamas, quizás nuestro cuerpo pide descanso o intimidad esa noche. Podemos dejar la fiesta de pijamas para otro día que deseemos. Todas las estrategias anteriores nos serán útiles en este caso. Negociar otra fecha, decirles cómo nos sentimos y validar su enfado y su frustración por no poder estar con sus amiguitos esta noche.
No es lo mismo contestar con un: —No, lo siento no puede ser, que con un: —Hijo mío, he tenido un día duro hoy. No me encuentro con fuerzas para preparar la cena para todos.
Tras esto, quizás recibamos el enfado de nuestros hijos y el descontento del resto de niños. Mantenernos firmes, dulces y amables al mismo tiempo es importante.
Ya le has explicado tus motivos y tu decisión. Entiende su enfado, dale un abrazo, fijad juntos una fecha para la fiesta, y amor y paciencia queridos lectores.
Conectemos con nuestras necesidades y trasmitámoslas de manera empática siempre.
Les deseo noches enteras de diversión en familia y que sus hijos recuerden para siempre que en casa se preparaban las mejores fiestas de pijama del mundo. ¡Felices fiestas!