TEXTO
CRISTINA SARALDI
FOTOGRAFÍA
CLARA B MARTÍN
Que la educación en España está cambiando es un hecho.
Que el sistema educativo falla, también. Y que el universo 2.0 nos acerca otra realidad educativa, también es algo cierto.
Maestros con blogs de referencia, espacios online pioneros cuyo motor es la educación; familias que toman las riendas de la educación de sus hijos y proyectos educativos que buscan salirse de lo convencional, son sólo algunos ejemplos de cómo cada vez se nos ofrecen más y diversas propuestas alternativas.
Poco a poco vemos más colegios con espacios pensados y preparados para los niños; escuelas sin libros; proyectos sin deberes; jesuitas vanguardistas que se atreven a eliminar mesas y ofrecer aulas diáfanas. Y si mencionamos el boom de las distintas pedagogías, estamos ante tan sólo algunos ejemplos de que algo se mueve más allá de despachos de políticos que no se ponen de acuerdo en definir la educación en pro de la infancia. Ésa que se nos escapa y que los distintos informes mundiales nos gritan alto y en mayúsculas que algo debe cambiar. Para nosotros, lo más importante es definir una línea general que piense primero en los niños y no tanto en los adultos.
«Poco a poco vemos más colegios con espacios pensados y preparados para los niños; escuelas sin libros; proyectos sin deberes; jesuitas vanguardistas que se atreven a eliminar mesas y ofrecer aulas diáfanas».
También es cierto que crece el número de padres y madres que buscamos, que demandamos otra educación y que procuramos ofrecer a nuestros hijos distintos modelos educativos. Que además nos unimos, lo expresamos en distintos medios y aprovechamos las redes sociales para aprender, promover y sobre todo, encontrar lugares donde sentirnos cómodos.
Menos mal que, aunque sea difícil, aumentan las alternativas en la escuela pública con espacios respetuosos o con maestros enamorados de su profesión que han decidido dejar de lado los hábitos antiguos de enseñanza y buscan formarse más allá de lo que aprendieron en la Universidad. Muchos de ellos trabajan el acompañamiento emocional así como otra manera de educar, nutriéndose de diversas pedagogías alternativas.
Una de estas personas con vocación es Nayra Álamo Pareja, maestra en CEIP Aguadulce, de Canarias,“haber incluido cambios metodológicos en el aula basados en pedagogías alternativas y avances en neurociencia, ha resultado en todo momento satisfactorio. El hecho de que muchos compañeros vean obstáculos donde yo veo oportunidades ha sido también un gran aprendizaje. Al principio quería convencerles de los beneficios de la escucha, la empatía y el respeto de sus ritmos. Tras un tiempo comencé a ver qué necesidades había detrás: necesidades que yo misma había tenido. Ahora modelo. El hecho de haber intercambiado los exámenes, los deberes, los premios y castigos y el autoritarismo del aula por la autoevaluación, el autoconocimiento, el fomento de la curiosidad y la creatividad, el diálogo, el consenso y la escucha activa ha provocado que los niños acudan a clase más relajados y motivados; que su autoestima mejore y también su confianza en mí. Por mi parte, es una satisfacción observar que los niños poco a poco recuperan el protagonismo de su proceso de aprendizaje. Las habilidades y herramientas que practican en mi clase son herramientas para toda la vida”.
«Es una satisfacción observar que los niños poco a poco recuperan el protagonismo de su proceso de aprendizaje».
El boom de las pedagogías alternativas, que aunque se les denomine alternativas, llevan casi 100 años viviendo entre niños y adultos, surge por una necesidad imperiosa de cambio dentro del sistema. Este tipo de educación basado principalmente en seguir los ritmos y procesos de los niños, dejó de tener interés en algún momento del camino. Eso de escuchar al niño como una persona única y exclusiva parece que no resultaba interesante. Durante muchos años, los sistemas se centraron en tratar a los niños como un único grupo, donde era más fácil adoctrinar en masa que escuchar las individualidades de cada uno de los niños del aula.
No queremos criticar ni lamentar lo que ha habido. Aunque sí que sentimos que tenemos ya el deber de actuar en consecuencia con lo que ahora sabemos. Buscar y ofertar sobre todo espacios que nos gusten donde los maestros sepan escuchar a los niños ofreciéndoles momentos en exclusiva si así lo necesitan. Como una necesidad imperiosa de atender esa demanda del niño, que habitualmente lo necesita.
Leire Ruiz es acompañante en la escuela libre La Rayuela, de Madrid y nos cuenta cómo “en estos espacios se crea un entorno preparado, donde se encuentren seguros y aceptados para poder desarrollarse en relación a sus necesidades, ritmos y motivaciones. En el acompañamiento de su crecimiento-aprendizaje, es esencial la observación de cada peque. Para ello es importante que la formación sea de tipo vivencial, algo más allá de las teorías y libros, para vivir en primera persona los procesos que se dan en el día a día, y poder estar ahí de manera sincera”.
¿Qué es más importante? ¿Tener adultos que sepan obedecer sin apenas cuestionar o contar con aquellos que tengan iniciativa propia para tomar decisiones razonables?
Probablemente tendríamos una sociedad mejor si todos fuéramos capaces de tomar decisiones por nosotros mismos, siendo fieles a nuestros principios y no dependiendo de las modas ni de los grupos.
Esto precisamente es lo que promueven todas estas líneas pedagógicas entendidas socialmente como alternativas.
El auge de la Pedagogía Montessori, la Waldorf, el homeschooling o infinidad de escuelas libres que van surgiendo, son sólo un ejemplo del cambio que demanda la sociedad.
Todas estas escuelas o maneras de acompañar promueven la individualidad del niño y la oferta de recursos que le permitan escoger según su proceso evolutivo, todo ello desde el juego y atendiendo sin duda a sus necesidades, y por ende, a las del grupo. El respeto suele ser otra base fundamental de estos proyectos que promueven el espíritu crítico. Es muy importante desarrollar la capacidad reflexiva según sus distintos procesos madurativos y no forzar al niño a llevar a cabo tareas para las que aún no está preparado.
La presentación de un espacio apto para ellos y una oferta cuidada de las actividades son sin duda parte de los motores de estas líneas. Sin olvidarnos de otros principales protagonistas que son los maestros, guías o acompañantes que conviven con los niños. Son amplios conocedores del niño, y entienden la naturaleza propia de esta etapa tan crucial en el desarrollo de su personalidad.
Saben respetar sus ritmos y se limitan muchas veces a observar; viviendo también un sinfín de experiencias que les hacen cambiar y crecer al ritmo que lo hacen los niños.
Implantan las normas necesarias como parte fundamental para que los proyectos funcionen.
Sí, sin duda, normas para que los niños y los adultos puedan convivir. Sin embargo, son normas pensadas y definidas según los distintos modelos educativos, cuyo objetivo es principalmente la convivencia y el respeto.
Hay hasta escuelas democráticas que incluso cuestionan dichas normas y llegan hasta a cambiarlas, entendiendo que en algunos momentos pueden ser necesarias pero en otros no. Estas escuelas cuentan con asambleas coordinadas por los propios niños donde alcanzan acuerdos, se escuchan unos a otros y toman decisiones llegando a consensos en base a lo que el grupo necesite. La escuela democrática Summerhill, en Inglaterra, es la primera escuela democrática del mundo y fue fundada en 1921.
También es de tener en cuenta que hoy en día hay muchos directivos de empresas punteras a nivel internacional que han asistido a escuelas de pedagogías alternativas. En concreto, se habla de un grupo de emprendedores muy reconocidos a nivel internacional denominados “La mafia Montessori”. No tenemos más que mirar hacia Amazon, cuyo fundador Jeff Bezos, fue alumno del método o Jimmy Wales, fundador de Wikipedia; o hasta George Clooney y Gabriel García Márquez, entre otras figuras reconocidas a nivel internacional.
¿Será que los proyectos donde importa tanto el niño como el adulto tienen resultados óptimos y exitosos en la sociedad?
Yo no sé qué será. Sólo sé que encontré esta información en el blog Montessorihoy y me dio que pensar…
En una entrevista realizada por la revista Fortune, Gregersen manifestó que “si observamos a los niños de cuatro años, ellos están haciendo preguntas constantemente y maravillándose por la manera cómo funcionan las cosas. Al cumplir los seis años, dejan de hacer preguntas porque aprenden que sus profesores valoran más las respuestas correctas que las preguntas curiosas y provocativas. Rara vez vemos en los adolescentes la capacidad de hacer estas preguntas. Para el momento en el que forman parte del mundo corporativo, la curiosidad les ha sido extirpada casi del todo”.
Leyendo esta realidad, creo que tenemos que plantearnos de nuevo cuál es nuestra misión con la infancia. Si efectivamente el mundo está deshumanizado como vemos, algo debemos cambiar. Quizás sea momento de poner foco en la educación, en el tipo de presencia que tenemos con los niños y en la manera que tenemos de dirigirnos a ellos. Porque si en ellos está el futuro de nuestro planeta, dejemos al planeta seres conscientes y respetuosos.
«Porque somos responsables de mucho más de lo que creemos».