Road trip con papá​

Cómo viven los hombres su paternidad

En nuestro último número, dedicamos la sección estilo a nuestros papás Kiva donde cada uno de ellos nos contaba qué era para él la paternidad o cómo había cambiado su vida desde que se había convertido padre. Pero uno de ellos terminó en la sección planes para ilustrar nuestro road trip, así que recuperamos hoy sus palabras para celebrar el día del padre escuchando uno de los testimonios sobre cómo viven los hombres su paternidad.

Road trip by Kiva magazine. Una aventura con papá
Road trip by Kiva magazine. Una aventura con papá

“Desde que soy padre he aprendido
que se puede querer siempre un poco más”

La paternidad para mí es…

La paternidad para mí es el encargo más importante que se me ha hecho nunca: las vidas de 4 pequeñas personas está en nuestras manos hasta que sepan volar solos.

La paternidad me cambió…

La paternidad me cambió todo, desde mi forma de pensar hasta mi forma de dormir. Ha cambiado la manera en que veo la vida en general. Ahora sí que me importa cómo se sienten los niños en los sitios a los que voy; me importa que en un museo piensen que los niños son pequeños seres salvajes que van a romper los cuadros; me preocupa que en los transportes no se piense más en ellos; me afecta lo que pueda afectar a mis hijos; y no sólo a ellos; también a los niños de otros. Me preocupa no saber qué hacer para ayudar a los niños que huyen de sus países en guerra; me preocupa que desde nuestra cómoda seguridad no ayudemos a niños y niñas que sólo pueden sobrevivir, sin comida, sin vacunas, sin juegos, sin alegría.

La paternidad me ha aportado…

La paternidad me ha aportado principalmente 4 preciosos hijos. Me ha aportado diversión a raudales, me ha aportado miedos, me ha aportado la capacidad de aprender valiosísimas lecciones de pequeños seres de 2, 3, 7 y 9 años. También me ha aportado responsabilidad y preocupaciones, pero sobre todo, me ha aportado mucha, mucha, alegría.

Desde que soy padre he aprendido…

Desde que soy padre he aprendido a dormir tumbado con medio cuerpo fuera de la cama mientras con un brazo sujeto la cabeza de un niño y con un pie me aseguro de que otro no se cae de la cama.

He aprendido a diferenciar entre lo que de verdad merece la pena y lo que no. Ahora sé que es mucho más importante pasar un rato jugando con mis hijos que cualquier otra cosa. He aprendido que se puede querer siempre un poco más, y que el cariño no hay que dividirlo: se puede multiplicar y se puede querer a 4 hijos por igual. También que todo lo que yo les quiero a ellos; ellos me lo devuelven multiplicado por 1 millón. He aprendido que se puede disfrutar más de una cena de filete de pollo con guisantes que de una cena en DiverXo (lo siento Dabiz).

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